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Hola, me llamo Santiago, tengo 20 años, soy de Villa Independencia, Lomas Zamora y arranqué el bachiller porque quiero aprender“. Todo comenzó como una charla normal, en la que cualquier alumno busca expresar su satisfacción, deseos y experiencia. Pero esta vez, lo que era distinto era el camino recorrido. Santiago González es un joven discapacitado que nació con una malformación congénita, que le impide tener sus piernas y uno de sus brazos. Sin embargo, a esta falta, se la suple con esfuerzo, perseverancia, carácter y más cualidades que forman parte de una descripción interminable que hoy lo llevan a transitar los pasillos del Centro Educativo Alem para terminar el Bachiller.

Santiago tiene un corazón gigante: ayuda a familiares, amigos y a los más necesitados del barrio de Villa Independencia, Lomas de Zamora.

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De nacimiento Santiago tuvo una malformación congénita que le impide trasladarse con normalidad. Sin embargo, la perseverancia es su principal virtud. Me había quedado sin escuela. El primario lo hice la mitad en el Instituto de Educación Especial Ángeles Custodios y después fui a una del estado. Y para arrancar el secundario, no me quisieron dar unos papeles. Entonces tuve que irme a otra de La Boca y por culpa de la obra social que no me quería cubrir lo que le corresponde, me quedé sin colegio”.

Esta dificultad lo llevó a Santiago a tener que tomar la drástica decisión de postponer su formación. Y con problemas económicos en la familia, se inventó una solución: “El año pasado había dejado de estudiar porque quería trabajar y ayudar a mi mamá. Estamos con unos problemas. Entonces decidí hacer un proyecto de un negocio, un kiosco de 24 horas en casa. Y con eso vamos estirando.

Santiago no tiene una vida fácil. Y es consciente de que tiene mucho por lo que pelear. Con algunos problemas familiares, con plata que no alcanza y trabas educativas que buscan excluir, en lugar de incluir, está preparado para dar lo mejor de sí. “Siempre contento y con una carita feliz, que a la vida hay que lucharla“, nos comentó. A las piedras del camino hay que patearlas bien lejos. Y no dejar que nos carguen la mochila de dificultades. Y esto, Santiago lo entiende a la perfección, que ya comenzó a rendir evaluaciones para terminar el secundario en el CEA.

Con cierta bronca y sin comprender del todo la situación, reconoció que “hubo varios momentos en los que fue discriminado” y uno le quedó marcado: “En el colegio del Estado. Me tuve que ir de ahí porque la directora no me quería. Decía que por ser discapacitado no aprendía mucho y atrasaba a mis compañeros. Mucha gente piensa cosas feas, tipo que uno se tira y no quieren hacer nada. Yo no soy así. Yo un día hice una encuesta y les pregunté a todos si los atrasaba y me dijeron que no. Los profesores también me apoyaban para seguir, pero la directora me diferenciaba y me hacían sentir mal. Yo estaba al nivel de ellos, lo único que no podía era copiar rápido, pero me lo memorizaba y las tareas las hacía bien.

Sumado a este panorama, puertas adentro de su casa tampoco la tuvo tan fácil: Mi papá hace ocho años se fue de mi casa porque es drogadicto y esas cosas. Nosotros somos siete hermanos. No nos pasa plata ni nada, pero por suerte mi padrastro vino y cumple todas las funciones de papá.

"-¿Qué es lo que a vos te motiva a estudiar? -En el futuro ser alguien. Tener mi casa, mi familia, manejarme solo y también ayudar más a mi familia, a mi mamá"

Pero estas situaciones que aumentan las dificultades para atravesar nunca hicieron que su corazón se llene de maldad. Todo lo contrario. Se esfuerza para conseguir lo que quiere, ayuda a su familia a salir adelante y también se toma el tiempo de ayudar a sus seres queridos e incluso a cualquiera que necesite una mano. “Yo trato de ayudar porque me encanta ayudar a la gente. A los chicos de la calle también. Todos los años les hago una fiesta para todos los chicos del barrio que son muy necesitados. Trato de juntar juguetes y les doy. El año pasado hicimos una para el Día del Niño ya mi abuelo lo vestí el payaso para que divierta a los chicos”, nos contó.

La charla pasó de ser un intercambio de ideas a una exposición de Santiago. A la que daba placer realmente escuchar. “-¿Qué es lo que a vos te motiva a estudiar? -En el futuro ser alguien. Poder tener mi casa, mi familia. Poder manejarme solo y también ayudar más a mi familia, a mi mamá”.

En su explicación nunca se identificó el querer priorizarse por sobre los demás, sino todo lo contrario. Entendiendo que a veces las situaciones de bulliyng o discriminación pasaron por personas a las que poco le importa mirar a quién tenga al lado. Y él no es así. Y algunas complicaciones familiares o económicas sólo son momentos a los que hay que ponerle su mejor cara y darle pelea. Y el sí es así.

No sé si soy un luchador, porque hay gente que lucha más que yo. Tengo amigos discapacitados que la pasan peor que yo. Y yo los veo y siempre están con esa sonrisa. Así que para mí ellos son más luchadores que yo. Yo dentro de todo soy normal. Me falta mi brazo y mis piernas, pero me sé expresar. Puedo hacer cosas. Y después tengo amigos que no se pueden expresar bien y la pasan mal en la casa. Los papás los tratan mal y esas cosas. Por eso yo trato de siempre estar con ellos ahí y ayudarlos, contó.

Por último, se despidió con un lindo mensaje: No hay que tener peros, no hay que decir no puedo, no hay que decir no sé, no hay que decir nada. Yo nunca me sentí menos por ser discapacitado, todos piensan, no hace nada, se va a quedar todo el día acostado, Pero no, a mí no me gusta. Siempre hay que ir para el frente.

Si sos alumno, egresado o parte del Centro Educativo Alem y tenes una historia para contar comunicate a germanzavala96@gmail.com

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Por cea