Es muy cierto el refrán de que la práctica hace al maestro, pero también hay que tener en cuenta que durante el camino de perfeccionamiento, los primeros pasos son igual de importantes que los últimos. Con el afán de alcanzar sus objetivos personales, Agustín Burguera se acercó al Centro Educativo Alem para recibir información sobre Técnico en Refrigeración, pero su elección lo llevó a inscribirse en Electricidad y a pocos meses de haberse recibido lleva adelante un ambicioso proyecto en un edificio de cinco pisos. “La voluntad”, es el valor que resaltó el protagonista.

.
El camino está lleno de obstáculos. Cada vez que se persigue una meta, las dificultades buscan boicotear el andar, hasta llegar al punto de cuestionar las decisiones tomadas. Sin embargo, ese es el punto en el que hay que demostrar de qué características está hecho cada persona.
“Siempre tuve voluntad de querer hacerlo. No soy perfecto, muchas veces hay cosas que no entiendo, pero busco resolverlas y hay muchas cosas que me hacen sentir muy bien. Hoy estoy laburando con un edificio de cinco pisos, hay arquitectos que me dicen que mi trabajo está muy bien y que voy a llegar lejos. Mismo, gente que se quemó las pestañas estudiando me dice que voy por el camino correcto. Esas cosas te dan ganas de salir adelante”, contó el protagonista.
La voluntad fue el punto de partida personal. La base sobre la que Agustín decidió mejorar sus posibilidades laborales y, meses después, el propio tiempo fue quien le dio la razón con su elección. “Yo me acerqué al centro buscando aprender a reparar aires acondicionados, pero vi que había electricidad y sentí que tenía más salida laboral así que no lo dudé”, reconoció.
Desde ahí, el recorrido mostró un crecimiento permanente, que tanto en la teoría como en la práctica, le permitían a Agustín caminar con mayor seguridad. “De la mano del curso, estaba todos los días en obra. Cuando me tocaba laburar con algún electricista lo chusmeaba y le fui agarrando la mano. Ya para cuando estaba por terminar, al trabajar ahí, me largué a hacer cosas solos y les pedía a mis compañeros que me dejen, así que ahí le fui cazando la onda”.
A su vez, dejó en claro que sus pasos iniciales no fueron sencillos: “Fui con una base de menos diez, no de cero, no sabía cambiar una lamparita. Al principio me costó bastante, muchos hablaban con términos específicos y no sabía qué significaba nada. Pero en casa, había días que aprovechaba para leer las hojas guías, los cuadernillos y aprendí un montón”.

Sin embargo, desde entonces completó su capacitación y en su lista de objetivos a cumplir fue tildando cada vez más casilleros: “Desde los 16 que empecé a laburar en construcción, pero de electricidad no sabía nada. Después trabajé en un salón de eventos en el área de mantenimiento. Luego, con trabajos en piletas empecé a ir a trabajar a countrys a poner bombas, filtros y luces. Pero cuando ya sentí que a lo domiciliario le había agarrado la mano fui por más. Después empecé a hacer bajadas de poste, tableros y hacer instalaciones completas yo solo. Ahora estoy haciendo un trabajo en una casa de Lomas de cinco pisos”.
Por último, Agustín se tomó el tiempo de hacer una reflexión sobre su paso por el Centro Educativo Alem: “Sin la capacitación no hubiera podido empezar, el profesor Leonardo es un crack. Había cosas que no entendía y él me las explicaba muchas veces. Y por suerte, cuando terminé, sentí que me perfeccioné en obras, pero también que tuve una gran base”.
Si sos alumno, egresado o parte del Centro Educativo Alem y tenes una historia para contar comunicate a germanzavala96@gmail.com
¡Te estamos buscando!